Un cambio de paradigma, de perspectiva o de enfoque. Esta fue una de las necesidades más urgentes que expertos, profesionales e investigadores de diferentes ámbitos plantearon en el Segundo Congreso de Aporofobia celebrado en Barcelona durante los días 24 y 25 de octubre. Durante dos días, las instalaciones de IQS se convirtieron de nuevo en un espacio de reflexión multidisciplinar en el que se debatieron, compartieron experiencias y se expusieron soluciones en torno a este fenómeno que define el rechazo, la aversión, el temor y el desprecio hacia el pobre.
Como en la edición anterior, IQS-URL lideró este congreso, con el apoyo de la Fundación ”la Caixa” y la colaboración de la Fundación Pere Tarrés-URL, Cáritas, Fundació Assís, Fundació Arrels, Cristianisme i Justícia, Instituto Borja de Bioética-URL, Fundació Vidal i Barraquer-URL, ESADE-URL, ESDI-URL, Observatori Blanquerna-URL y La Salle-URL.
El congreso contó con la colaboración del sector social de la Compañía de Jesús en Cataluña que organizó uno de los eventos previos, con el lema "Mi casa es de cartón", en l'Hospitalet de Llobregat.
IQS presentó durante el congreso su innovadora herramienta para medir la aporofobia y fomentar la reflexión sobre los prejuicios sociales: el ‘aporoIAT’, un test de asociación implícita que permite a los participantes identificar los sesgos con los que asocian atributos negativos a las personas en situación de pobreza.
El Dr. Flavio Comim, decano de IQS School of Management, que lideró la organización y coordinación del evento, participó en la sesión “Aporophobia: social interventions”, junto a Tadashi Hirai, quien exploró la relación entre la aporofobia y la “ley de los cuidados inversos”, que señala cómo las personas más desfavorecidas reciben menos atención en hospitales en comparación con las de mayores recursos. En la misma sesión, un amplio equipo de IQS formado por Francesc Martori, María Alejandra Beltrán, Juan Albacete y Núria Agulló presentó una evaluación de impacto sobre una intervención en el marco del programa de “Aprendizaje y Servicio” de IQS. Entre los resultados, positivos y alentadores, destacó la sensibilización lograda en los estudiantes hacia las experiencias de personas en situaciones vulnerables, en colaboración con el Centro Assis.
Antes, durante la sesión "Aporophobia: new developments“, Comim paricipó como director de tesis en la presentación de las investigaciones de dos estudiantes de IQS. El equipo de Jundi Wang, Mihály Borsi y Comim, aportó datos empíricos preliminares sobre la aporofobia en Barcelona, mientras que el estudio liderado por Badamasi Bashir Mikailu, junto a Cristina Montañola y Comim, introdujo un modelo matemático para analizar la aporofobia.
Por su parte, Georgina Curto, de la Universidad de Notre Dame, que ha hecho su tesis doctoral en IQS, intervino en la sesión “A computational simulation to inform policy making on homelessness alleviation in Barcelona”, donde expuso cómo la inteligencia artificial puede aplicarse en la investigación sobre aporofobia. Curto presentó una colaboración con Google y la Universidad de las Naciones Unidas para desarrollar un indicador global de aporofobia, abriendo nuevas perspectivas en la investigación sobre este fenómeno.
Un debate y la lectura del "Manifiesto contra la Aporofobia" cerró la segunda edición del congreso que destacó por la llamada un cambio de enfoque para abordar la aporofobia.
Salud, bienestar y soledad
En la última sesión del día, titulada "Aporofobia: migración, exclusión social y la lógica del bien común", Mónica Gijón y Xus Martín, de la Universidad de Barcelona, apelaron a la responsabilidad de la educación para generar nuevas dinámicas en la relación de las personas vulnerables con la comunidad y viceversa. Las educadoras sociales señalaron la importancia de la “pedagogía del don” para cambiar paradigmas, compartiendo ejemplos profesionales de cómo esta herramienta puede combatir la aporofobia, especialmente con niños y jóvenes.
Según las expertas, la pedagogía asistencial y de acompañamiento, aunque útil en su momento, se muestran hoy insuficientes, ya que no basta con ayudar y acompañar a las personas vulnerables; es esencial tratarlas no solo como víctimas, sino también destacar y desarrollar sus potenciales para que se sientan parte integral de la comunidad, un enfoque que permite que su participación sea vista como una contribución genuina.
Durante esta sesión, Firmin Dusabe, de la Universidad de Barcelona, presentó un análisis sobre aporofobia y migración, basado en un estudio del Observatorio Hatento. Según este estudio, realizado a partir de entrevistas a 261 migrantes sin hogar, el 47,1% había sufrido algún incidente de aporofobia. A partir de estos datos, el ponente subrayó las diferencias en el trato hacia migrantes con o sin recursos, ya que aquellos que llegan sin respaldo económico enfrentan prejuicios y rechazo, al ser percibidos como una carga. Durante la sesión, el ponente insistió en la necesidad de promover valores de inclusión y datos objetivos para reducir estereotipos y falsas percepciones sobre las personas migrantes.
También durante esta segunda jornada de sesiones paralelas se analizó el impacto de la pobreza y la exclusión en la infancia, adolescencia y vejez. En esta intervención se hizo hincapié en cómo algo tan básico como perder la vivienda puede incrementar, en el caso de niños y adolescentes, la sensación de aislamiento y soledad, repercutiendo en su bienestar y en su salud.
Precisamente la salud fue otra gran protagonista de esta segunda jornada. David Clusa i Gironella, psiquiatra y director del equipo ESMES de salud mental para personas sin hogar, puso sobre la mesa la labor de esta experiencia pionera en Cataluña, actualmente consolidada.
Solo en Barcelona, recordó este experto, hay actualmente unas 2.500 personas durmiendo en la calle y más de 3.000 que se benefician de recursos residenciales. ESMES atiende actualmente a unos 300 pacientes, pero, para hacerse una idea sobre la magnitud del problema, conviene saber que un 50% de las personas que viven en la calle sufren algún tipo de problema mental.
La asignatura pendiente en esta ciudad es ampliar los recursos para poder atender a todas esas necesidades. Y el reto del ESMES es “el necesario acompañamiento continuado a estos pacientes”, ya que “en este equipo llevamos a cabo una acción puntual para luego derivar a estas personas hacia algunos de los recursos disponibles de la red pública”, explicó Clusa.
Salud cardiovascular, una de las claves
Como en educación, también en el ámbito de la salud, tanto mental como física, se puso sobre la mesa la necesidad de un cambio de perspectiva. En este sentido, Xavier de las Cuevas, de la Universidad Politécnica de Catalunya y miembro de Salut Sense Sostre, explicó el programa BLOPUP, un nuevo paradigma asistencial para la reducción de la morbi-mortalidad cardiovascular en el ámbito del sinhogarismo urbano. Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de mortalidad en todos los países, pero la mortalidad y los ingresos hospitalarios por este tipo de problemas son entre 3 y 4 veces más frecuentes que en la población en general.
Teniendo en cuenta que la hipertensión está detrás de estas enfermedades, Blopup apuesta por hacer controles de tensión en las personas sin hogar. De esta manera, se podría contribuir a mejorar la calidad de vida de una población muy afectada por estos problemas y que, además, tiene una esperanza de vida de unos 30 años menos que la población en general. “El objetivo sería conseguir el acceso para tomar la presión, el acceso universal al tratamiento e incrementar la vigilancia de estos pacientes”, afirmó De las Cuevas. Objetivos que requieren de un cambio de paradigma que pasa por “ir a buscar al paciente a la calle” en lugar de esperar a su ingreso en urgencias una y otra vez.