Frontera Sur: una experiencia que transforma la mirada de los jóvenes sobre la migración

Alumnos de Bachillerato y de Formación Profesional de distintas escuelas de Jesuïtes Educació han viajado durante el mes de octubre a Ceuta para vivir la Experiencia Frontera Sur, una inmersión de cuatro días que acerca al alumnado a la realidad migratoria en la frontera sur de Europa. La propuesta se enmarca en el “escenario frontera”, un espacio educativo que quiere unir interioridad y compromiso, fomentar una cultura de la hospitalidad y ayudar a los jóvenes a responder una pregunta clave: «Y yo, ¿de qué lado quiero estar?»

El objetivo del proyecto va más allá del currículo. Tal como explica Sorkunde Olivares, educadora y consiliaria de Jesuïtes Gràcia, «con esta propuesta queremos ir más allá de la parte académica y trabajar competencias que pasan por la escucha y por el trabajo en equipo». Olivares señala la importancia del acompañamiento al finalizar la experiencia: «poner nombre a lo que han vivido y saber cómo lo han vivido». Antes del viaje, los 43 alumnos participantes han visitado entidades de atención a personas refugiadas, han conocido la realidad de los CIE y han realizado sesiones formativas para situarse ante un fenómeno complejo.

En Ceuta, la inmersión se concreta en encuentros y visitas que ponen cara, nombre y voz a la migración: encuentros con jóvenes migrantes, para poder compartir conversaciones y vivencias en colaboración con la Asociación Elin; diálogos con la población local de Ceuta para conocer sus opiniones y percepciones sobre la convivencia y la realidad fronteriza; sesiones informativas con entidades como la Cruz Roja para entender su labor de acogida y apoyo humanitario; o visitas a lugares simbólicos como el punto fronterizo de Benzú y la valla de Ceuta.

Para Josep Brossa, director de pastoral de Jesuïtes El Clot, el proyecto «permite a los chicos y chicas acercarse a la verdad de la migración, concretamente la que se vive en Ceuta, durante cuatro días de estancia. Es un acercamiento desde el respeto por los duros procesos personales de los migrantes, pero lo bastante cercano como para dejar huella de amistad y vínculo».

La riqueza de miradas es una de las claves. Eduard Rovira, director de pastoral de Jesuïtes Sarrià, sintetiza la intensidad del recorrido: «Se han acercado en persona a la realidad migratoria… han escuchado el trabajo que realiza la Cruz Roja, han visitado y rezado en la valla de Ceuta y han roto muchos tópicos conociendo las cuestiones jurídicas sobre migraciones. Y se han preguntado: ¿Y yo qué puedo hacer?».

La experiencia con sentido Frontera Sur nos invita y nos anima a mirar la migración desde dentro, poniendo rostro, nombres y voz a una realidad a menudo invisibilizada.

El cambio de mirada se hace palpable en el alumnado. Pau, de Jesuïtes Gràcia, destaca haber podido descubrir la realidad, fuera de los estereotipos. Explica que le sorprendió positivamente la cantidad de organizaciones y personas que ayudan, pero también, negativamente, la cantidad de obstáculos que encuentran los jóvenes migrantes. Desde casa, las familias lo confirman y constatan que es una buena oportunidad.

Para Eduard Escudero, director de pastoral de Jesuïtes Casp, la apuesta es coherente con la misión jesuita: «queremos formar mujeres y hombres capaces de mirar el mundo, especialmente sus fronteras sociales y existenciales, para comprometerse desde la convicción de que toda vida merece ser vivida con dignidad y que la lucha por un mundo más justo está en el corazón de nuestra fe». En la misma línea, Josep Martos, responsable de pastoral de Jesuïtes Bellvitge, subraya que «educar también es humanizar, y que la justicia solo se entiende desde la proximidad, el conocimiento y la dignificación de quienes sufren».

La educación jesuita quiere formar mujeres y hombres capaces de mirar el mundo, especialmente sus fronteras sociales y existenciales.

Esta aproximación vivencial, descrita por Virginia Menéndez, de Jesuïtes Gràcia, como un «escenario de aprendizaje», se convierte en una herramienta poderosa para «deshacer prejuicios trabajando el racismo y el clasismo que muchas veces tenemos integrado en nuestra cultura». Y Ángeles Fraga, de Jesuïtes Sant Gervasi, añade: «queremos que los alumnos vivan una experiencia en primera persona para que después se formen su propio criterio con una base sólida y sean agentes de cambio. Es una experiencia esperanzadora».

El testimonio de Joan, alumno de Sant Gervasi, resume el impacto personal: «ha sido salir de la burbuja, ver que hay mucho más mundo… la diferencia con estos jóvenes es el lugar donde hemos nacido; tenemos muchas cosas en común. Me sirve para enfocar la vida vocacionalmente y pensar qué puedo hacer para ayudar».

Es un acercamiento desde el respeto por los procesos personales de los migrantes, pero lo bastante cercano como para dejar huella de amistad y vínculo.

Este «cambio de mirada» que comparten muchos de los participantes conecta la experiencia individual con la visión global del proyecto educativo. Y es que el objetivo no es ofrecer respuestas fáciles a un fenómeno complejo, sino dotar al alumnado de una base sólida de experiencias y conocimientos para que puedan formarse un criterio propio y convertirse en «agentes de cambio».

En definitiva, tal como expresa Eduard Rovira, el propósito final es iniciar un camino personal y colectivo: «ir cambiando la mirada acercándose a la realidad para poder ir pasando de la hostilidad a la hospitalidad».

Fuente: Jesuïtes Educació