La frontera puede ser un territorio permeable, un territorio de intercambio, un territorio de comunicación. Pero hay territorios como la Frontera Sur europea, y más concretamente la que separa España de Marruecos que hace tiempo se ha convertido en un territorio opaco donde reina la excepcionalidad y la falta de respeto al derecho ya los derechos. En esto coincidieron las "tres miradas" que se reunieron en el Espai Societat Oberta de Barcelona el pasado 5 de febrero: la de una organización como el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), la de la activista Helena Maleno y la del fotoperiodista Mingo Venero.
Pep Buades, jesuita, presentó "Sacar del laberinto" el informe 2018 sobre la Frontera Sur elaborado por SJM y expuso algunas de las líneas de trabajo que la entidad realiza en la frontera de Melilla-Nador. Buades insistió en que efectivamente, la frontera hoy es un "laberinto", un laberinto de prácticas y barreras administrativas en el que las personas se ven atrapadas, a costa de un sufrimiento físico y psicológico inmenso. Uno de los elementos centrales de la labor del SJM es la observación de las devoluciones en caliente, una práctica cada vez más frecuente, y que contradice recientes sentencias del tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo. A través de esta observación y del testimonio de las personas que han sufrido esta situación a un lado y al otro de la frontera, se intentan elevar a instancias judiciales para demostrar hasta qué punto en este momento los dos estados no están actuando ni conforme al derecho o la ley, ni conforme a los derechos humanos. Esta situación de desprotección se extiende también a menores y solicitantes de protección internacional. Además de la tarea jurídica, SJM intenta también a través de su actividad en Melilla ir sensibilizando a la sociedad de la ciudad autónoma, participando de las redes y de la sociedad civil que allí va creciendo. Para Pep Buades este elemento es fundamental para acabar con la opacidad y la excepcionalidad que reina en la frontera sur.
La otra mirada fue la de la activista Helena Maleno, de la entidad Caminando Fronteras, que no estuvo presente en el acto y participó a través de videoconferencia. Esta periodista ha trabajado los últimos años intensamente en la denuncia de las consecuencias de las políticas migratorias de externalización de fronteras. Además, su trabajo sobre el terreno la llevó a informar de las pateras que salían en dirección a España, para poder ayudar en su rescate y salvamento. Su acción ha contribuido en los últimos tiempos a poder salvar la vida de decenas de personas migrantes, ya ella le ha costado una denuncia por parte del gobierno español que la ha llevado a una situación judicial muy difícil, por lo que no ha podido viajar a Barcelona. Con la fuerza profética que la caracteriza, Maleno denunció cosas tan básicas como que el "derecho a la vida debe estar por sobre cualquier política migratoria", y en concreto denunció las políticas del actual gobierno español endureciendo las condiciones migratorias . Por ejemplo, explicó la transformación que está sufriendo Salvamento Marítimo, un servicio estatal que ha sido clave en el rescate de personas en el Mediterráneo. Helena Maleno insistió también en el racismo institucional que subyace a todas estas políticas.
Finalmente, la tercera mirada fue la de Mingo Venero, fotoperiodista de Territorios Libres, que presentó su exposición con imágenes de la frontera sur. La exposición se puede visitar todavía en el Espaci Societat Oberta de Barcelona.
El acto que fue seguido por un numeroso público acabó con un diálogo muy participado, en el que se hizo patente hasta qué punto la frontera no es sólo ya en Ceuta o Melilla, sino que también en las calles de nuestras ciudades, que se han convertido en territorios hostiles de desprotección para las personas migrantes y refugiadas.