El pasado domingo 29 de marzo murió en el Centro Borja de Sant Cugat del Vallès el P. Josep Sugrañes, jesuita. Su traspaso no está relacionado con la pandemia actual sino que el P. Sugrañes ya hace unos meses que se había trasladado a la enfermería de los Jesuitas en el Centro Borja por problemas de salud.
Josep Sugrañes dedicó buena parte de su vida a la cooperación internacional y el trabajo en favor de los refugiados. También fue uno de los fundadores y primer director del centro de estudios Cristianismo y Justicia.
Nacido en Barcelona en 1936, entró en la Compañía de Jesús en 1953, en el noviciado que entonces se encontraba en Roquetas, en la provincia de Tarragona. Se ordenó sacerdote en Barcelona en 1966 y los últimos votos como jesuita los hizo a Bolivia en 1971.
A lo largo de su vida se ha dedicado sobre todo a la cooperación internacional: desde 1968 hasta 1980 dirigió el Secretariado de Misiones y Desarrollo de la Compañía de Jesús, que coordinaba la acción de los misioneros jesuitas catalanes en todo el mundo y los proyectos de cooperación y desarrollo que impulsaban. Este Secretariado es el origen de la actual Oxfam Intermón.
En 1980 pasó a ser delegado provincial de cooperación internacional. También en ese momento recibió el encargo por parte del entonces provincial de los jesuitas en Cataluña, el P. Ignasi Salvat, de crear un centro dedicado al estudio y la reflexión desde la perspectiva fe-cultura-justicia. Así nació Cristianismo y Justicia. Con su experiencia, su inmersión en el mundo de la pobreza y su capacidad de gestión, Sugrañes, junto con Joan N. García-Nieto y José I. González Faus, pusieron en marcha las primeras actividades del centro, del que fue primer director.
El año 90 marcha hacia el Chad, donde estará dos años. A partir de entonces, su trabajo se centra en el ámbito de los refugiados, trabajando intensamente en el equipo internacional del JRS hasta 1997, experiencia que le da un amplio conocimiento de la realidad de las personas desplazadas y refugiadas en todo del mundo.
En 1997 vuelve a Cataluña donde desarrolla diversas tareas. En los últimos años se ha dedicado sobre todo al centro de espiritualidad Cueva San Ignacio de Manresa, donde ha trabajado intensamente, entre otras cosas, por la internacionalización del centro.