Más de 400 personas han participado este domingo en Barcelona en el Aplec Ignasià, una jornada festiva y celebrativa que han convocado a los Jesuitas de Cataluña, y que ha tenido como tema principal el 500 aniversario de la llegada de Ignacio de Loyola a la ciudad de Barcelona.
El objetivo principal ha sido, sobre todo, realizar un encuentro de hermandad entre personas que forman parte de la familia ignaciana en Cataluña, es decir, que participan en las diversas actividades e instituciones de la Compañía de Jesús en nuestro país. Así, familias de las escuelas de Jesuïtes Educació, colaboradores y voluntariado de las organizaciones del sector social, o miembros de las diversas comunidades cristianas, entre otros, han compartido un día, visibilizando, recordando y celebrando lo que tenemos en común, el legado de Ignacio de Loyola, que hace 500 años estuvo en espacios que ahora nos están cercanos.
"La vida de san Ignacio nos sigue inspirando hoy", ha recordado el delegado de los Jesuitas en Cataluña, Pau Vidal, en las palabras que ha dirigido a los participantes, y ha alentado a seguir adelante e ir más a fondo, tratando de ayudar a construir un mundo más justo y fraternal, afrontando tanto los momentos de luz como las dificultades, tal y como hizo Ignacio.
El encuentro ha comenzado con una comida en el patio de la escuela Jesuïtes Casp, amenizada por el grupo de música de la Pascua Joven de Raimat. A continuación han comenzado las actividades de tarde. Unas 150 personas han asistido a la charla que ha dado Josep Rambla, jesuita y experto en espiritualidad ignaciana, que ha explicado qué impacto tuvo en Ignacio y en la Compañía de Jesús su paso por Barcelona. Mientras, el resto de participantes, repartidos en varios grupos, recorrían los diversos espacios de la ciudad que recorrió también Ignacio hace 500 años, participando en una gincana familiar, dinamizada por más de 40 jóvenes voluntarios de los diversos centros de esplai vinculados a la Compañía de Jesús.
La gincana ha llevado a los participantes a un recorrido que transcurre entre 5 espacios: la plaza de l'Àngel, la plaza de Sant Just, Santa María del Mar, la calle de sant Ignasi y la Iglesia del Sagrado Corazón en la calle Casp. En diferentes puntos de este recorrido han podido saber qué se encontró Ignacio de Loyola, a qué personas conoció, o qué experimentó. Un código QR les permitía descubrir todo esto y resolver un enigma propuesto o participar en alguna dinámica sobre la vida de Ignacio en Barcelona. Uno de los momentos más emblemáticos para todos los participantes ha sido, sin duda, el paso por la Basílica de Santa María del Mar, donde Ignacio pasaba largas horas pidiendo limosna por los pobres, lo que, desde el año 2016, está representado por una escultura del artista Lau Feliu.
Y mientras esto ocurría por las calles de Barcelona, Josep Rambla, en la sala Torelló de la escuela Jesuïtes Casp, definía la experiencia de Ignacio en la ciudad como un nuevo comienzo. "En Barcelona, durante los años de 1524 a 1526, se generó el nuevo comienzo de una forma de vivir y ayudar a los demás que culminó en Roma en 1539", explicaba el P. Rambla. En el tiempo que pasó en la ciudad descubre la importancia de los estudios y de la cultura para prepararse mejor para ayudar a los demás. Destaca también las relaciones humanas y la amistad que hizo con personas diversas que se interesan por sus proyectos y por ayudarle. Y por último, aquí se intensifica y adquiere profundidad la actividad apostólica y la espiritualidad. Esta experiencia y enseñanza ignacianas de Barcelona, ha querido señalar a Josep Rambla, no es un legado solo para jesuitas, sino que lo es también para los seglares. “Nos abre los ojos a la posibilidad de hacer de toda nuestra vida, -tan variada en situaciones personales, en medio de una sociedad cambiante y conflictiva, trabajando en actividades educativas, sociales o apostólicas-, una sola experiencia cálida de Dios en todo lo que hacemos y vivimos”.
Terminadas estas actividades, y otra vez juntos, ha tenido lugar la Eucaristía familiar de Acción de Gracias, en la Iglesia de los Jesuitas de Casp. Una celebración participativa y emotiva con carácter familiar. La ha presidido el delegado de los Jesuitas en Cataluña, Pau Vidal, mientras que la homilía ha sido a cargo de Alexis Bueno, superior de la comunidad de jesuitas del Sagrado Corazón, que ha querido fijarse en cómo vivió santo Ignacio un pasaje fundamental del Evangelio. Si el grano de trigo, cuando cae al suelo no muere, queda solo, pero si muere, da mucho fruto, leemos en el Evangelio. Haciendo el paralelismo con la vida de Ignacio de Loyola, Alexis Bueno destacaba que murió en una forma de vida que le llevaba a la fuerza y el poder, y renació a una vida para los demás. Ignacio lo hizo dejando la espada y vistiéndose con la ropa de un peregrino. Y se ha invitado a niños y jóvenes a participar en un gesto simbólico para dar también un paso acogiendo un sueño que nos ayude a construir un mundo nuevo.
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