El 21 de marzo de 1980 por la noche, en Bolivia, el jesuita catalán Lluís Espinal salía del cine. Unos desconocidos le obligaron a entrar en un jeep. Espinal fue torturado y asesinado.
Lluís Espinal había llegado a Bolivia en 1968, cuando este país -y prácticamente toda América Latina vivía una época de dictaduras, represión y violaciones de los Derechos Humanos. Allí se convirtió en Lucho, y ejerciendo su trabajo como periodista y crítico de cine, denunció la injusticia, la pobreza, la falta de libertad o la represión militar. Su voz se había hecho incómoda para muchos.
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Gastar la vida por los demás
Lluís Espinal Camps nació en Sant Fruitós de Bages el 4 de febrero de 1932. En 1949 entró en el noviciado de la Compañía de Jesús de Veruela, en Zaragoza. Estudió Periodismo Audiovisual en Italia y trabajó en Televisión Española en los años 60. Pero el contenido de crítica social de sus programas topó con la censura. En 1967, le prohibieron un programa sobre las viviendas miserables de los barrios marginales de Barcelona y una entrevista con Alfonso Carlos Comín, por lo que dimitió.
Llega a Bolivia en un momento en que sectores de la iglesia van madurando un proceso de cercanía a los pobres y a sus luchas. Su compromiso le llevó, como él mismo decía, a "gastar la vida por los demás".
En nuestro país, recoge su legado la Fundación que lleva el nombre de Lluís Espinal, y que trabaja en el diálogo fe-justicia a través centro de estudios Cristianismo y Justicia, con sede en Barcelona.