A medida que avanzaba la presentación del Informe CIE 2016 del Servicio Jesuita a Migrantes, el ambiente se fue llenando de una mezcla de indignación y tristeza ante los datos que se iban desgranando desde la mesa. Algunas de las personas que asistían al acto eran voluntarias del grupo de visitas del CIE de Zona Franca, pero a pesar de conocer de primera mano y por propia experiencia el contenido del informe, no dejaban de asentir y de reconocerse en lo que se decía.
Precisamente el agradecimiento a los voluntarios y voluntarias, fue el eje de la presentación que hizo M.ª del Carmen de la Fuente, directora de la Fundación Migra Studium. Durante el año 2016 más de 50 voluntarios, realizaron 1741 visitas a 658 personas, un volumen de información importante que es el que permite contrastar e interpretar los datos oficiales, con frecuencia fríos, mezclados y presentados de manera que velan la realidad más que revelarla. Las visitas con el contacto humano, persona a persona, proporcionan una información que muchas veces nada tiene que ver con aquello que presenta la administración a través de los contratos y papeles.
"Centros siniestros de primera acogida y recepción"
Una parte importante del informe, así lo destacó uno de sus autores Santiago Yerga, era analizar precisamente la contratación entorno a los CIE, una contratación que en 2016 subió a 20 millones de euros. Yerga definió los CIE como “maquinarias económicas y administrativas bien engrasadas”. Sobre el papel se garantizan cuestiones básicas como asistencia sanitaria, alimentación y asistencia social integral, pero en la práctica los voluntarios aprecian graves deficiencias que afectan a la dignidad de las personas visitadas.
Sin embargo, este no fue el único aspecto que Santiago Yerga destacó, sino la deriva de los CIE como centros de "primera acogida", donde personas recién “interceptadas” en patera son internadas automáticamente en los CIE, sin mirar su situación, su edad ni si pueden ser realmente expulsados. Esto llevó al abogado de la entidad Pueblos Unidos-SJM a calificar los CIE de “siniestros centros de primera acogida y recepción”. Lugares donde las personas son internadas hasta ser liberadas o derivarlas a proyectos de acogida de entidades sociales. Esto constituye una auténtica desviación de la función por la cual han sido creados estos dispositivos, convirtiéndolos en un engranaje más de la estrategia política de perseguir y criminalizar la inmigración.
Los voluntarios se encuentran con personas profundamente desorientadas y asustadas
Irina Arsova, del grupo de voluntarios de Migra Studium que visita el CIE de Zona Franca, también insistió en la misma idea de la inadecuación de los centros como lugares de primera acogida para personas recién llegadas en patera que no conocen el idioma, que se encuentran profundamente desorientados y asustados y que de repente se encuentran recluidos en una “mala cárcel”. El trabajo de los voluntarios es muy importante en estos primeros momentos, ya que la única información que reciben los internos es a veces la que les proporcionan sus mismo compañeros que llevan recluidos más semanas. Una información que no incluye con frecuencia el conocimiento de sus derechos, o la forma de realizar quejas o de presentar recursos para acogerse a la protección internacional.
Para Irina tampoco la “liberación” tal como se gestiona en los CIE supone un final “feliz” de las dificultades. Algunas personas son liberadas sin un mínimo de información que les permita acudir a los recursos sociales adecuados a su situación y eso cuando según el papel esta liberación debería darse con las suficientes garantías para la persona.
Exponer las personas a más dolor
Finalmente intervino Antonio Madrid profesor de Filosofía del derecho y coordinador general de Dret al Dret una clínica jurídica de la Universidad de Barcelona. Una de las lineas de trabajo del profesor Madrid es precisamente el estudio de la relación entre el fenómeno del sufrimiento y el derecho y la política, de ahí que fuera invitado a la presentación del informe. Para él la existencia de los CIE es un ejemplo claro de como cuando se niegan derechos se expone más y más a las personas a las fuentes de padecimiento. Una experiencia de sufrimiento y dolor como puede ser el mismo proceso migratorio, se ve aumentado por unas leyes que no van en la dirección de mitigarlo sino en la dirección de exponer a las personas a más dolor.
El mismo profesor motivaba a preguntarse y a preguntarnos continuamente que hacemos ante, no solamente las fuentes naturales del sufrimiento (enfermedades, desamores, dolor físico….) sino hacía aquellas fuentes de sufrimiento creadas por las mismas estructuras humanas. “Porqué – concluía - los CIE no son algo natural, son estructuras políticas y sociales creadas por seres humanos”. La visión del profesor Madrid, dio contexto filosófico a la realidad vivencial y jurídica que se expuso en la mesa. A uno le resonaba la pregunta “¿qué hacemos para aliviar el dolor?” a aquella otra de raíces bíblicas que no para de resonar a través de los siglos “¿Dónde está tu hermano?”.
El informe que se presentó en Madrid el 8 de junio y en Barcelona el 15 de junio, sigue su recorrido por toda España, denunciando y sensibilizando a la vez para que no nos resignemos a pensar el internamiento o la expulsión forzosa como únicas maneras posibles de gestionar la inmigración. El documento es fruto del trabajo de las organizaciones que forman parte de la red del Servicio Jesuita a Migrantes que visitan y dan apoyo a las personas internas en los CIE del estado español.
Se puede descargar el informe en este enlace.
Fuente: Migra Studium