María Dolores López Guzmán, profesora de Teología en la Universidad Pontificia de Comillas, es la invitada que acompañará este año el "Retiro en la Ciudad" en la Iglesia de los Jesuitas de la calle Casp de Barcelona. Como es habitual, esta es una propuesta dirigida a las personas que quiren vivir la profundidad de la Semana Santa en la ciudad de Barcelona. Se consigue con un programa que incluye las celebracionas litúrgicas de estos días y unas sesiones de meditación y oración que ayudan a vivir el sentido de lo que celebramos.
López Guzmán conoce bien la espiritualidad ignaciana y otro de los temas que ha abordado es el de la maternidad i la Iglesia. Entre sus publicaciones destacan Cuando vayas a orar... Guía y ayuda para adentrarse en la oración (2005), Donde la maternidad se vuelve canto. Apuntes para una teología de la maternidad (2006); La desnudez de Dios (2007), Desafíos del perdón después de Auschwitz (2010), Estrategias de diálogo y reconciliación (2012).
En esta entrevista nos da algunas pistas de lo que nos va a ofrecer en el "Retiro en la Ciudad", del 2 al 4 de abril.
¿Con qué actitud debemos disponernos para vivir el sentido de la Semana Santa? Lo que más ayuda a vivir la Semana Santa es el deseo de acompañar al Señor en esos momentos cruciales de su vida. A veces buscamos emociones fuertes, descubrimientos teológicos que nos hagan comprender más lo que sucedió, aumentar nuestra fe… Y ciertamente todo ello es bueno, pero aun es mejor querer “simplemente” estar cerca de Jesús escuchando sus últimas palabras antes de morir, mirando su reacción ante la violencia y la incomprensión, contemplando su amor.
En el "Retiro en la Ciudad" en Barcelona, nos acompañarás en tres momentos de meditación y oración. En el primero, a través de la imagen de Jesús arrodillado. ¿Qué nos dice esta imagen? Nos habla de un Dios que ha engrandecido al hombre, que ha otorgado a la humanidad un valor incalculable, que le ha merecido la pena dar su vida por nosotros. Expresa con ese gesto que el amor es servicial (si no lo fuera, dejaría de ser amor) y que no hay cargos ni dignidades que estén por encima de los otros; al contrario, toda potestad (en el caso de Dios, absoluta) solo alcanza su sentido si es para el bien de los demás.
Y viernes y sábado, pasamos del impacto y el dolor de la muerte, al descenso y la Resurrección. ¿Cómo trasladamos a nuestra vida de cada día lo que celebramos estos días? Ciertamente ese es el gran reto: que lo escuchado y contemplado penetre los poros de la vida cotidiana en su conjunto. Por un lado es una gracia que hay que pedir constantemente; por otro, pienso que podemos ayudarnos de algunas prácticas sencillas como mirar al final del día, junto a Dios, “cómo me ha ido”, qué ha sucedido, con quién me he encontrado, qué palabras he recibido.... La cuestión está en apreciar tanto lo que dice el evangelio (para ver cómo se traduce en lo concreto), como lo que transmite la vida (para llevarla junto a Dios). Se trata en el fondo de tener una relación viva con Él, en permanente comunicación y “conversación” espiritual, tomando conciencia de que nuestra vida también le incumbe a Dios, y su vida, nos importa y tiene trascendencia para nosotros.
Eres madre de familia y profesora de Teología. Entre otros temas, te interesa y reflexionas sobre la espiritualidad y la pastoral de la familia. ¿Cómo afrontar el reto de cultivar la espiritualidad desde la cotidianidad de la familia? La famosa formulación ignaciana de “buscar y hallar a Dios en todas las cosas” ayuda mucho a no situar a Dios en otro mundo o universo que no sea el nuestro. Eso no quiere decir que no tengamos que “ordenar” la vida, establecer prioridades, etc. En el caso de la familia hay que mantener dos claves: la primera es la convicción de que solo Dios es quien nos enseña a querer de verdad a los hijos, al cónyuge, al resto de la familia y a los amigos; la segunda, que el lugar por excelencia para encontrarnos con Dios es el corazón de la vocación que, en el caso de una familia es el amor entre los esposos y hacia los hijos. Todo lo demás debe ayudar a vivir mejor ese amor que es central.
También has publicado sobre la teología de la maternidad, y formas parte del grupo María de la red ignaciana, que reflexiona sobre la maternidad en la Iglesia. ¿Qué aportaciones se pueden hacer desde esta perspectiva? En la Iglesia la familia ha sido valorada, pero no siempre hemos sabido actualizar y entresacar todos los matices que aporta respecto del misterio de Dios y el potencial que encierra para la evangelización. La maternidad va más allá del hecho de que una mujer tenga un hijo y traiga una nueva vida al mundo. Es un lugar al que debemos mirar para entender mejor a Dios y su modo de querer. Al fin y al cabo hombres y mujeres estamos llamados a dar a luz a Cristo para los otros. Esta formulación que estaba presente en los orígenes del cristianismo sí que ha estado marginada durante mucho tiempo y conviene rescatar porque es una riqueza para todos.
El programa con los horarios del "Retiro en la Ciudad" se puede consultar y descargar en el documento adjunto.