Ante la respuesta de rechazo que Europa está dando a las personas refugiadas y desplazadas, las organizaciones sociales vinculadas a la Compañía de Jesús en España han puesto en marcha la acción "Yo soy tierra de acogida", con la que se quiere movilizar la ciudadanía para exigir a Europa que respete la dignidad y los derechos humanos de estas personas.
La presentación de esta iniciativa ha contado con la participación de personas refugiadas, que han explicado su experiencia como migrantes forzosos y han puesto de manifiesto las dificultades que se encuentran durante su desplazamiento y también la debilidad del sistema de asilo, que hace que a menudo se encuentren en una situación de vulnerabilidad y riesgo.
Ana María y su hija Natalia, (nombres falsos), centroamericanas, recibieron amenazas en su país por su implicación en la defensa de los derechos de las mujeres y tuvieron que huir. Se les ha denegado la solicitud de asilo y han quedado en situación de inmigrantes irregulares. De hecho, en 2015, de 3000 solicitudes que se resolvieron, sólo se concedió asilo a 1000 personas. Aquellas personas a las que se les deniega el asilo pueden ser deportadas en cualquier momento. En otros casos, el tiempo de espera para la resolución de la solicitud de asilo puede alargarse durante años. A Juan María (nombre falso), profesor guineano residente en España, se le denegó la petición de asilo, y hace años que espera respuesta al recurso que interpuso. Él tuvo que huir del país para evitar la represión por su oposición al régimen guineano.
"Yo tenía una vida normal en un país precioso y tranquilo"
Mohannad Doughem, ingeniero y músico sirio-palestino se ha visto obligado a separarse de su familia y quedarse en España. Su solicitud de asilo se encuentra en trámite y reside en Sevilla. Natural de Aleppo (Siria), era profesor en la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la Universidad y trabajaba para una empresa francesa. "Yo tenía una vida normal en un país precioso y tranquilo. Pero comenzó la guerra y vi que no había soluciones cercanas en el tiempo”. Por eso decidió huir: “sólo podía ir a Argelia o Malasia porque tengo nacionalidad palestina. Esto hace difícil que algún país me reciba o me dé un visado." Desde Argelia organizó la salida de Siria de su familia. "Tuve que organizar dos viajes peligrosos a través del mar”. Una vez toda la familia estaba en Suecia, salió él rumbo a Europa, entrando en España por Melilla. Quiso viajar a Suecia pero allí le dijeron que "por el convenio de Dublín tenía que volver a España".
El testimonio de Amina Al Zein, refugiada siria que se tuvo que desplazar hacia el Líbano, pone de manifiesto las graves consecuencias de la guerra y, a la vez, la voluntad de seguir trabajando, a pesar de todo, por un futuro mejor. En Siria tenía una escuela, que había construido en su casa, y en la que acogía 500 alumnos. Tuvo que huir cuando la escuela fue bombardeada. Ahora no obstante, en el Líbano, sigue trabajando por la educación. Dirige la escuela Telyany del Servicio Jesuita a Refugiados. Amina vivió la pérdida de varios de sus alumnos en la escuela de Homs: "Cada vez que hablo de la escuela me entristezco. Es un lugar en el que he intentado dar educación a los niños y ahora está totalmente destruido”. Ahora continúa dedicándose a la educación en el Líbano "para que los niños puedan volver a Siria y reconstruir su futuro".
Por una Europa de dignidad y derechos
Estos testimonios, como los 60 millones de personas que se han visto obligadas a huir de su casa, demuestran como la acogida a la población refugiada es una cuestión de justicia y de derecho. Al mismo tiempo, obligan a conocer y trabajar en las causas que generan estos desplazamiento forzosos. Los conflictos y la inestabilidad provocan desplazamientos masivos en países como Siria, Sudán del Sur o la República Democrática del Congo, pero hay otras causas más globales y estructurales que las generan: el cambio climático, la pobreza y la desigualdad. La mayoría de los refugiados, más del 85%, se quedan en países fronterizos y en los que la población autóctona ya se encuentra en situación de pobreza, por lo que es necesario aumentar la ayuda a estos países que acogen grandes cifras de refugiados.
La Compañía de Jesús invita todo el que quiera sumarse a esta iniciativa firmar el manifiesto para exigir a los representantes políticos que lleven a cabo políticas de acogida y de respeto a los derechos humanos. Esta acción se lleva a cabo coincidiendo con la celebración del Día Mundial de las personas refugiadas y desplazadas, el 20 de junio, y se enmarca dentro de la campaña Hospitalidad, que promueve una cultura de la solidaridad y la inclusión con las personas migrantes y refugiadas, a través de la acogida, la cooperación, la sensibilización y la educación.
Más información en la web Jo soy tierra de acogida y en las redes #yosoytierradeacogida
[video:https://youtu.be/S817hZQB8QI]