En plena pandemia, a finales de junio, finalizaron las obras de reforma de la ermita de Santa Maria de Bellvitge. Ha sido la culminación de un largo proceso que se inició en julio del año 2018 de la mano del arquitecto Eloi Aran y el Estudio de Arquitectura T113. La reforma ha consistido en una doble intervención: un nuevo cancel y el cambio del mobiliario litúrgico, que facilitarán la apertura del espacio y, al mismo tiempo, constituyen una metáfora de la presencia de la comunidad cristiana en la vida cotidiana del barrio.
La ermita que data del siglo XIII, originalmente de estilo románico, ha sido rehecha en varias ocasiones después de sufrir inundaciones y saqueos en diversos momentos históricos. Depende de la parroquia de Nuestra Señora de Bellvitge, que está confiada a la Compañía de Jesús. La última intervención se había hecho en 2003, lo que dio lugar a la creación del grupo Amigos de la Ermita, con la misión abrir una ermita que durante mucho tiempo había permanecido cerrada por su deterioro.
Ahora, la construcción del nuevo cancel facilita la apertura del espacio más allá de los horarios atendidos por los voluntarios. Y es que en el barrio hay una gran tradición de devoción por la Virgen, a la que se incorporan las personas que, de camino al Hospital de Bellvitge para visitar a los familiares enfermos, se detienen ante la imagen. De este modo, la ermita ha ido convirtiendo en un lugar de paso, donde el peregrino hace una parada para descansar, encomendarse a la Virgen y coger fuerzas. "La ermita se quiere ofrecer como uno de los puntos focales de la peregrinación cotidiana que realiza la gente que se desplaza por el barrio de Bellvitge", explica el arquitecto Eloi Aran.
Una metáfora de la presencia de Cristo en la vida cotidiana
El nuevo cancel es un estructura con acristalamiento interior que ofrece visibilidad del interior. Mientras los tiradores de las puertas laterales son piezas de madera verticales, en el centro hay una composición cruciforme, denotando el carácter eminentemente religioso del espacio. Intervenciones en las instalaciones lumínicas permiten que se pueda ver la imagen de la Virgen y el crucifijo situado en el muro de la derecha de la ermita. En cuanto al mobiliario litúrgico, se ha diseñado un nuevo altar, el ambón, la sede y una peana para el sagrario con madera lacada en blanco roto, que recuerda que anteriormente toda la ermita estaba encalada en blanco.
Todos los muebles contienen frontales con cuadrados perforados. Cualquier persona del barrio identifica esta composición con los bloques de vivienda característicos que se empezaron a construir a finales de los años sesenta. Cada pieza frontal contiene tres cuadrados dorados, de situación aleatoria, que hacen referencia a la presencia de la comunidad cristiana en el barrio y a la cita bíblica "porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18,20). "Es una metáfora viva de la presencia de Cristo, tanto en los sacramentos como en la vida cotidiana de la comunidad cristiana del barrio", explica el arquitecto.
Los vecinos y vecinas del barrio han acogido las reformas de una forma muy positiva. "La ermita es muy querida por la gente", destaca Quim Pons, jesuita y rector de la parroquia de la Virgen de Bellvitge, "y les ha gustado mucho identificar la torre y los bloques de Bellvitge, que nos recuerdan que Dios habita en los hogares".
Puede conocer más detalles sobre el sentido del nuevo cancel y mobiliario de la ermita en este artículo del arquitecto Eloi Aran en Cataluña Religión.