Este sábado 6 de febrero lamentamos el fallecimiento de dos jesuitas, Antonio Ordóñez y Manel Gras, que nos han dejado esta mañana. Anotni, de 46 años y nacido en Baena (Córdoba) durante los últimos tres años ha estado viviendo y trabajando en Barcelona. Actualmente era Consiliario General de la Fundación Jesuïtes Educació y del Casal Loiola. Manel Gras, barcelonés, ha muerto en Sant Cugat a la edad de 85 años.
Antonio Ordóñez, al lado de la gente joven
Vital y deportista, Antonio contagiaba entusiasmo y alegría, como lo muestran la multitud de mensajes e imágenes que amigos y compañeros han compartido en las redes desde que se ha conocido la noticia de su muerte. Entró en la Compañía de Jesús con 23 años en el noviciado de Sevilla, ciudad en la que también se ordenó sacerdote en 2008. Hablando de su vocación explicaba que se sintió atraído por "la entrega a la manera de Jesús ".
Se ha dedicado sobre todo al mundo educativo, a la pastoral de jóvenes y universitarios y la promoción vocacional. También ha estado muy vinculado al Movimiento Scout Católico. Estar al lado de los jóvenes y acompañarlos ha sido una constante en su vocación y servicio como jesuita. Lo hacía desde la espiritualidad ignaciana, invitando a los jóvenes a dejarse ayudar por esta espiritualidad y acompañando un proceso que definía así: "Párate a pensar, mira donde vas y por qué, y decide según lo que te hace feliz. Para eso hay que ordenar muchas cosas. Este es el resumen de nuestra espiritualidad". Lo explicaba en una entrevista en Radio Ecca el año 2018 en la que hacía repaso de su experiencia junto a la gente joven. "Los jóvenes piden este acompañamiento", aseguraba, "y deben entender también que el fracaso es educativo y ayuda a crecer".
"No debemos escandalizarnos de que los jóvenes se sientan lejos de la fe. Lo que hay que hacer es acompañarlos, no dirigirlos, porqué lo que quieren los jóvenes es un encuentro, en el que se pueda hablar de todo, sin juzgarlos ", decía en esta misma entrevista. Como jesuita, valoraba que "la Compañía de Jesús me sorprende cada día, cambia, hay vida".
Su formación como jesuita la realizó en diferentes etapas en Salamanca, Madrid, El Puerto de Santa María y Roma, donde se licenció en Teología Moral. Durante casi 10 años trabajó en la entonces Provincia Bética de la Compañía Jesús, como profesor en el Centro SAFA-San Luis, a la vez que desarrollaba diversas tareas en la pastoral universitaria y en la promoción vocacional. El año 2018 fue destinado a Barcelona. Ha residido en la comunidad de jesuitas del Sagrado Corazón, en la calle Casp y ha trabajado sobre todo en el Casal Loiola y en la Fundació Jesuïtes Educació.
Manel Gras, hermano jesuita e infermero
Manel Gras era ejemplo de la discreción, la proximidad, disponibilidad y espíritu de servicio que encontramos en los hermanos jesuitas. Lo ha vivido desde el ejercicio de su vocación de enfermero. Entró en el noviciado de Veruela en 1953 con 18 años.
Explicaba que su vocación comenzó ligada a dos circunstancias: el contacto con niños de familias vulnerables y los Ejercicios Espirituales, pero que la familia fue fundamental: una familia numerosa, que "reflejaba a Cristo en el día a día". En vez del camino del sacerdocio, eligió ser hermano jesuita "sencillamente porque el Señor me lo pedía así, y mis largos y felices años en la Compañía me han confirmado la verdad de esta llamada".
En Roquetas, Barcelona, Raimat y Sant Cugat, en diferentes etapas de su vida ha prestado este servicio de atención sanitaria como enfermero, cuidando el seguimiento de la salud de los compañeros a lo largo de toda su vida. El hermano Gras se mostraba profundamente agradecido y feliz de su vida como jesuita. "El secreto", decía, "es buscar cuál es la voluntad de Dios sobre nosotros e intentar hacerla lo mejor posible, con humildad y buena fe, y seremos felices. Así, además, haremos el mundo un poco mejor y en paz".