La urgente necesidad de romper los silencios, poner luz a tanta hostilidad

Casi doscientas personas se concentraron el pasado sábado 28 de septiembre frente a las puertas del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Zona Franca de Barcelona, ​​en una iniciativa que ya es tradición: la vigilia de oración interreligiosa ante este centro, convocada por el grupo de la Fundación Migra Studium que visita regularmente a las personas internas en el CIE. Este año contó con la adhesión de más de 60 entidades y colectivos y se eligió el lema “¡Rompamos el silencio!”, un grito claro, breve y conciso. Un clamor de denuncia y reclamo de mayor transparencia.

Una performance artística, liderada por un grupo de jóvenes, daba el pistoletazo de salida al acto. Este grupo de jóvenes invitaba a tomar conciencia de los muros que irrumpen silenciosamente en nuestras vidas y muchas veces tenemos demasiado integrado. Muros, que después invitaron a transformar, resquebrajarse y poner luz. Recordaban que tenemos cerca fronteras invisibles que nos impiden ver más allá de nuestras vidas. A continuación se nombraron los nombres de aquellas personas que han muerto por el internamiento y la expulsión en España, una primera forma de romper el silencio, poniendo voz y nombre.

La primera parte del acto consistió en la lectura de los testimonios recogidos por los voluntarios y voluntarias de Migra Studium que visitan el Centro de Internamiento. Los casos de Oussama, Anthony, Alma y Endri, eran sólo una muestra de la realidad de sufrimiento que se vive detrás de los muros de un CIE. Testimonios, escuchados en silencio, a las puertas del CIE, hacían resonar el dolor, la dignidad y la determinación. “A mí me detuvieron por primera vez en Navidad del año 2008, estuve cuarenta y siete días encerrada, pero no pueden volverme porque soy apátrida. Bosnia no me reconoce, nunca he estado allí. Ahora me han vuelto a encerrar, pero saben que no pueden expulsarme. ¿Qué sentido tiene todo ese sufrimiento?” decía Alma, de 40 años. “Un día la policía me pidió los papeles en el metro. El mundo se me cayó encima. Me llevaron aquí, al CIE. Yo no sabía dónde estaba. Agradezco mucho las visitas de Migra Studium, gracias a vosotros he podido recuperar el contacto con mis tías.” decía Endri, puesto en libertad la última semana antes de cumplir los 60 días máximos de internamiento.

La hostilidad que representa el CIE se contrapuso con los testimonios de hospitalidad de Fátima, Ahmed, Karim y Osman. Personas migrantes o refugiadas que han podido contar con la acogida y apoyo de las familias de la Red de Hospitalidad.

El día que se iba apagando, los muros y las vallas ahogaban, el eco de la megafonía rompiendo la música y el silencio y la lejanía del lugar, sirvieron para todos los que se acercaron a la Zona Franca, para tomar conciencia de uno de los muchos agujeros negros de injusticia y sufrimiento que genera nuestro mundo. Como acostumbramos a decir: "seguiremos acompañando y seguiremos denunciando, hasta que el último de los CIE cierre".

Migra Studium agradece la colaboración de todas las personas que participaron en el velatorio, entre ellas Neus Forcano, directora de Justicia y Paz, y Elisabet Ureña, responsable de Movilidad Humana de Caritas Barcelona; a los jóvenes del Casal Loiola que velaron por la parte artística y musical; y a los grupos de gospel The Beating Souls y Gospel Clot, por abrir y cerrar el acto con tanta energía. El agradecimiento más especial es para el equipo de personas voluntarias que siguen visitando a las personas internas, y luchando por cerrar definitivamente el CIE de la Zona Franca.

Podéis descargar los textos de la vigilia aquí.

Texto e imágenes: Migra Studium