Las entidades del sector social vinculadas a la Compañía de Jesús en Cataluña llevan años de creciente coordinación. Son entidades que tienen en común trabajar en medio de realidades sociales marcadas por la vulnerabilidad y la desigualdad: niños, migrantes, personas sin hogar... Estas realidades son especialmente duras en las ciudades y los barrios, y es precisamente en estos lugares donde se ubican la Fundación la Vinya (Bellvitge-Gornal de L'Hospitalet), la Fundación Salut Alta y el Centro Sant Jaume (Badalona), Arrels Sant Ignasi (Lleida) y la Fundación Migra Studium (barrio Gótico de Barcelona). También participa el centro de estudios Cristianismo y Justicia, que si bien no tiene un trabajo social directo, ayuda a las entidades en cuanto a la formación y la reflexión.
Otra característica de todas estas entidades es que buena parte del trabajo lo realizan gracias al voluntariado. Decenas de personas de todas las edades que semanalmente dan una parte de su tiempo para colaborar en las diversas actividades que se realizan, acompañamiento a prisiones, acompañamiento en el CIE, refuerzo escolar, clases de lenguas... Pero también tareas más administrativas y de gestión necesarias para que todo funcione. Sin estas voluntarias y voluntarios la misión que llevan a cabo estas entidades no sería posible.
Es por esta razón que una vez al año se organiza desde el sector una salida con el objetivo de compartir un día juntos. Así se hizo el pasado sábado 6 de abril, con un grupo de unas 60 personas que pasó el día en la Cueva de Manresa.
Fue como ir a las fuentes de lo que inspira buena parte del ideario de todas las entidades, y que mueve también su compromiso con la justicia. De la mano de Lluís Magriñà, jesuita y superior de la comunidad de la Cueva, el grupo visitó los diferentes puestos de la Manresa ignaciana (el rapto, la capilla de San Ignacio enfermo, la Sede...) descubriendo, por ejemplo, hasta qué punto Íñigo peregrino voluntarioso e idealista, se tuvo que dejar vencer por su propia vulnerabilidad hasta el punto de tener que ponerse en manos de algunas personas y familias de Manresa, sin las cuales no hubiera sobrevivido. Alguien dijo que tal vez allí nació sin saberlo la Red de Hospitalidad.
Lo que sí es cierto, es que allí comenzó todo. Y que, en la Cueva, Ignacio puso las bases de una manera de ver el mundo y de relacionarse con Dios que ha llegado hasta nuestros días a través de la práctica de los Ejercicios Espirituales y de la acción de las instituciones ligadas a la Compañía de Jesús inspiradas en la espiritualidad ignaciana.
Durante el día el grupo tuvo tiempo de conversar alrededor de una mesa y de hacer una dinámica muy bien preparada que permitió conocer y compartir a nivel más personal lo que se hace pero sobre todo lo que mueve en la realización del voluntariado. Quizás fue precisamente en este nivel de más profundidad, el de los valores y el de las motivaciones, donde los participantes más se reconocieron.