Hace apenas cuatro meses, que en su última visita a Barcelona, el jesuita catalán Agustín Goytisolo, nos hablaba ilusionado de la "revolución pacífica" de la que estaba siendo testigo en Burkina Faso. A finales de 2014, el movimiento ciudadano consiguió derribar un gobierno corrupto e iniciar un proceso de transición, con el anhelo de garantizar un futuro mejor y con más justicia social. Sin embargo las noticias que nos enviaba hace apenas unos días son muy diferentes. Tras la toma de control del gobierno por parte de un grupo de militares de la guardia del antiguo presidente Blaise compás, el 16 de septiembre. "Un golpe de estado", lamenta Agustín Goytisolo, "que corta en seco el proceso de las elecciones que se preparaban para el próximo 11 de octubre".
Los militares golpistas arrestaron al presidente de la transición, Michel Kafando, que fue liberado el pasado viernes. El general Diendéré se autoproclamó como presidente. El estado de ánimo, nos explica el jesuita catalán es de consternación general y la voluntad de la sociedad civil es hacer frente a este golpe de estado. Ya se han producido manifestaciones y enfrentamientos en las calles, con víctimas, y se teme que la situación pueda empeorar. "Puede que estalle una sublevación popular como la que hubo en octubre pasado, pero esta vez con consecuencias peores". Para Goytisolo, que trabaja en Burkina Faso desde hace 10 años, representa un retroceso para el país, que tendrá graves efectos para la economía y, especialmente, para la población más pobre y vulnerable. De momento, nos cuenta, ya hay dificultades para conseguir alimentos y carburante. "Me siento como si me hubiera trasladado años atrás, cuando vivía en Chad durante la guerra civil".
También el equipo de la ONG Oxfam, que trabaja en Burkina Faso desde 1990, está valorando la situación, a la espera de la evolución de los acontecimientos. "Después de 27 años de la presidencia de Blaise Campaore, la población estaba dispuesta a tomar el control de su propio destino para que su voz fuera escuchada en un país que garantizara un futuro mejor para sus ciudadanos", afirma Omer Kaboré, director de Oxfam en Burkina Faso. "Ahora, el país se enfrenta a la incertidumbre y no sabemos qué puede pasar".
Goytisolo suma más de 45 años de dedicación al servicio pastoral y a la promoción humana en el continente africano. Fue destinado en Chad en 1968 con otros compañeros jesuitas y desde 2005 está en Burkina Faso. Dirige el Centro de Espiritualidad "PAAM Yôodo", ubicado en la capital, Ouagadougou, e impulsa varios proyectos de apoyo a la población como un programa de microcréditos para madres de familia o la atención a personas portadoras del virus VIH, para que puedan seguir el tratamiento con antirretrovirales correctamente.