El pasado domingo 14 de enero, en la misa joven en la iglesia de la Mare de Déu de Bellvitge, una joven de la comunidad de jóvenes de la parroquia quiso compartir su reciente experiencia de voluntariado como enfermera con personas refugiadas en Grecia.
Alba, que ha sido alumna de Jesuitas y también ha formado parte del Casal Loiola, trabajó desde septiembre hasta el pasado diciembre en la ciudad de Tesalónica, atendiendo en una clínica móvil personas procedentes de Pakistán, de Afganistán o de Serbia. "La realidad que se está viviendo ahora mismo en Grecia me ha permitido entrar en contacto con personas desesperanzadas que huyen de guerras y pobreza", explica la joven, "y a la vez he podido encontrarme con personas con una fuerza de voluntad increíble, una confianza y unas ganas de seguir adelante que me hacía replantearme muchas cosas".
Ha vivido este voluntariado como una experiencia fuerte de fe. "Dios nos muestra la parte más débil y frágil de la vida. Sin embargo", dice, "allí donde muchos días reina la frustración y la tristeza, he sentido un Dios que levanta almas y acoge".
El testimonio del Alba nos acerca a la difícil situación en que se encuentran las personas refugiadas y todo el dolor físico y emocional que sufren. Pero está también lleno de esperanza por la acogida y apoyo que surge del compromiso de los voluntarios y voluntarias que, como Alba, se comprometen para atender a las personas que se han visto forzadas a dejar sus casas por causa de la violencia o la pobreza.
Su relato se puede leer en este enlace.