Fe y Migra es una iniciativa que nace hace unos años, en el marco de la comunidad apostólica de la calle Palau de Barcelona, donde encontramos la sede de la Fundació Migra Studium, en el mismo edificio que acoge también una comunidad de hospitalidad y la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria.
Desde los inicios el grupo de Fe y Migra se ha ido encontrando entorno la misión de Migra Studium: el trabajo por la dignidad y los derechos de las personas migrantes más vulnerables. Durante este año se ha estado realizando una oración virtual al mes que, desde la Semana Santa, es ya de frecuencia semanal, cada jueves y mayoritariamente de forma presencial.
La primera semana de mayo, y coincidiendo con el tiempo de Ramadán, el encuentro fue una experiencia comunitaria interreligiosa, con el deseo de buscar formas que hagan crecer este espacio comunitario, y así propiciar el encuentro, la celebración y la vida compartida.
Una oración sencilla y profunda compartida con hermanos y hermanas que confiesan la religión islámica. "Juntos nos pudimos acompañar desde la fe que creemos, cada uno de los que participábamos", explica Montse Massó, voluntaria y patrona de Migra Studium. "El silencio que habla, y comunica, lo viví como necesario para contemplar al otro, a los otros, todos orando en el Espacio Interreligioso. El silencio como experiencia reveladora y posibilita conectar con el Trascendente, que para mí es el Dios Jesucristo, acogiendo que para otros tiene otro Nombre".
La oración coincidió con el tiempo del Ramadán, en el que hemos conocido dos experiencias promovidas por mujeres. Por un lado, la confección de una alfombra de flores elaborada por el grupo de alfombreros del Raval, mujeres musulmanas, cristianas y otras, en los jardines del Monasterio de Sant Pau de Camp para celebrar juntas el mes del Ramadán y la Pascua; y por otro lado, una iniciativa promovida també en el Raval que contaba en TV3 Oumaima Alouiz, impulsora del proyecto. Se trata de hacer un Ramadán más solidario con menores no acompañados que malviven papel barrio, chicas y chicos que viven solos y no tienen referentes, a fin de que se sientan acompañados por su comunidad religiosa. El reparto de la comida es la excusa para crear vínculos, pasar el Ramadán en comunidad y compartir cada noche la comida en el iftar, la hora de romper el ayuno.
La relectura de estas iniciativas, unida a la experiencia de Migra y el eco de la oración, es la certeza de que estas experiencias nos fecundan mutuamente y nos ayudan a profundizar en el misterio de los otros y del Otro. Experiencias que muestran que es posible la fraternidad cuando confiamos con los otros y juntos colaboramos para transformar la realidad, aunque con diferencias de creencias, de cultura, de procedencia... "Estas, y otras experiencias similares, nos confirman la necesidad de encontrar espacios que nos trasciendan a todos, y este espacio es, especialmente, el ámbito de la oración", afirman desde el grupo Fe y Migra, "un espacio para agradecer, y seguir compartiendo la motivación profunda que nos hizo cruzar por primera vez la puerta de Migra: el deseo de justicia que nace de la fe".