Este martes 16 de septiembre, la sede de la Compañía de Jesús en Barcelona ha acogido la presentación del Informe de la ONG jesuita Entreculturas, en el marco de la campaña La Silla Roja y bajo el lema “No podemos retroceder, la educación es futuro”. El documento, disponible en línea, pone de manifiesto el estancamiento y el retroceso en materia educativa a escala mundial, cuando faltan solo cinco años para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El informe se centra en el ODS 4, que reclama garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos. Las conclusiones son claras: el mundo no alcanzará ninguno de los compromisos educativos fijados para 2030 si no hay un cambio urgente de rumbo. Actualmente, hay 272 millones de niños y niñas fuera de la escuela, y aun si se cumplieran todas las metas previstas, 84 millones seguirían sin escolarizar en la fecha límite.
La delegada de Entreculturas Cataluña, Elisabet Besó, subrayó la urgencia de revertir esta situación y destacó, entre otros aspectos, el déficit mundial de docentes —se necesitan 44 millones de maestros adicionales antes de 2030— y el impacto negativo que aún arrastra el sistema educativo a raíz de la pandemia, agravado por la reducción de la inversión pública en educación en muchos países.
Testimonio desde Chad: educación en tiempos de adversidad
La presentación contó con la participación de Ralongar Minitaknde Casimir, miembro de Fe y Alegría Chad, quien aportó una mirada en primera persona sobre los retos que afronta su país en materia educativa.
Casimir describió un contexto marcado por la inestabilidad social y política, que amenaza la continuidad de los proyectos educativos y obliga a muchas familias a elegir entre llevar a los hijos a la escuela o garantizar la supervivencia diaria. Subrayó la falta de recursos básicos —infraestructuras escolares precarias, ausencia de material educativo y déficit de profesorado cualificado— que afecta especialmente a las comunidades más vulnerables.
El representante de Fe y Alegría Chad también alertó sobre las graves barreras de acceso a la educación para las niñas, víctimas de discriminación, matrimonios forzados y violencia sexual. Aun así, quiso transmitir un mensaje de esperanza y resiliencia, destacando que la labor que desarrollan las escuelas de Fe y Alegría en el territorio “da frutos y demuestra que es posible transformar la realidad”.
Uno de los elementos que señaló como clave es la participación activa de las comunidades locales. El ponente explicó cómo Fe y Alegría sitúa en el centro a los miembros de las comunidades, que se implican en la construcción y gestión de la escuela, lo que les lleva a tomar conciencia del valor que tiene la educación para el futuro de sus hijos e hijas. Esto contribuye a reducir el abandono escolar.
Para Casimir, la visión de Fe y Alegría es clara: la educación es motor de desarrollo y una herramienta para hacer frente a la adversidad. Por ello, hizo un llamamiento a los gobiernos e instituciones internacionales para que conviertan la educación en una auténtica prioridad: “No es solo un derecho fundamental, sino también la clave para la transformación social”.