Este miércoles, 8 de julio, coincidiendo con su visita a Bolivia, está previsto que, en el desplazamiento desde el aeropuerto de El Alto hasta el arzobispado de La Paz, el Papa Francisco se detenga unos minutos para orar cerca del lugar donde fue encontrado el cadáver del jesuita español Luis Espinal, asesinado en Bolivia por su compromiso con la justicia y los derechos humanos. Con este gesto, el Papa nos invita a recordar la figura de Espinal y, especialmente, a recoger su legado de defensa de los más desfavorecidos.
Era el 21 de marzo de 1980 por la noche, en Bolivia, y el jesuita catalán Luis Espinal salía del cine. Unos desconocidos le obligaron a entrar en un jeep. Espinal fue torturado y asesinado. Luis Espinal había llegado a Bolivia en 1968, cuando este país – y prácticamente en toda América Latina – vivía una época de dictaduras, represión y violaciones de los Derechos Humanos. Es también el año de la asamblea de los obispos de América Latina en Medellín, en el momento en que sectores de la iglesia fueron madurando un proceso de proximidad a los pobres y a sus luchas: la teología de la liberación.
Allí se convierte en Lucho, como le llaman en Bolivia, y ejerciendo su trabajo como periodista y crítico de cine, trabaja al servicio del pueblo boliviano, denunciando la dramática situación que se está viviendo, la represión militar y las consecuencias del narcotráfico. Su voz se hizo incómoda para muchos. Tres días después de su martirio, en El Salvador, era asesinado también el arzobispo Oscar Romero.
Periodista y especialista en cine, había trabajado en Televisión Española en los años 60 pero el contenido de crítica social de sus programas chocó con la censura. En 1967 se le prohibió emitir un programa sobre las viviendas miserables de los barrios marginales de Barcelona y una entrevista con Alfonso Carlos Comín, por lo cual dimitió. Ya en Bolivia, su compromiso con los más desfavorecidos y con la lucha por la justicia, lo llevó, como él mismo decía, a “gastar la vida por los demás”.
El compromiso de Luis Espinal por la defensa de la justicia y de los pobres, desde la fe cristiana está en la línea de la misión de la Compañía de Jesús tal y como se definió en la Congregación General 32. Desde ese momento y hasta la actualidad, más de 50 jesuitas, entre ellos Espinal, han dado su vida justamente por defender una fe ligada a la justicia.
La Fundación Lluís Espinal
En nuestro país, recoge su legado la Fundación que lleva su nombre y que trabaja en el diálogo fe-justicia, a través principalmente de la promoción de las actividades del centro Cristianisme i Justícia, con sede en Barcelona. Desde 1981 este centro de estudios se ocupa del análisis de los problemas sociales y del estudio de una teología comprometida con la justicia, siempre desde la realidad de las personas y colectivos más vulnerables. Este trabajo se realiza en dos niveles: el estudio y la reflexión, con seminarios internos y grupos de trabajo; y la difusión a través de actos públicos, redes sociales y la publicación de los Cuadernos CJ, que se editan en catalán, castellano e inglés y llegan a 50.000 persones de todo el mundo.