La Delegación Diocesana de Migraciones de Nador ha reforzado su apuesta por acompañar desde el origen con la presencia permanente de un equipo en Senegal. El pasado mes de abril, Mateo Aventín, educador social y jurista, y Sanja Rahim, politóloga, se han incorporado al proyecto “país de origen” de la Delegación Diocesana de Migraciones de Nador en Senegal, con la voluntad de contribuir, con su presencia permanente, al establecimiento de una coordinación transfronteriza de los proyectos de sensibilización en Senegal, Guinea-Conakri y Guinea Bisáu.
Sin embargo, como nos cuentan ellos mismos, "queremos ir más allá y plantear una intervención que permita ofrecer oportunidades y acompañar mejor a las personas que se encuentran en la encrucijada". En las primeras semanas han tenido la oportunidad de tomar conciencia de la complejidad de unos proyectos migratorios personales que son diversos y cambiantes, con múltiples razones y motivaciones, sostenidos por el deseo incesante de un futuro esperanzador, cargados de ilusiones y expectativas (que muchas veces no se corresponden con la difícil realidad que deben afrentar aquellas -pocas- que consiguen llegar) pero también de temores y miedos… y de decisiones vitales sustentadas en una confusa, insuficiente y, en muchos casos, falsaria, información. "Son, en definitiva, vidas atravesadas por una extraordinaria vulnerabilidad", afirman.
Las causas estructurales responden a factores económicos, sociales, ambientales, culturales… y por ello se centran sobre todo en los jóvenes, pero también en sus familias y su entorno, a partir de un acercamiento comunitario que permite dialogar con la realidad de la mano de las organizaciones locales que acompañan a estas personas e inspiran con su discurso impregnado de Derechos Humanos.
A la vez, la constatación de tal complejidad empuja a apostar decididamente por la investigación, a través del vínculo con las universidades, para poder observar e interpretar la realidad, y para poder reflexionar y comunicar mejor.
Para estos dos jóvenes supone el inicio de un proyecto y una experiencia que conecta con sus itinerarios previos de trabajo y compromiso en el ámbito de la migraciones y los derechos humanos. "A nivel personal, si echamos la mirada hacia atrás, sentimos que nuestra presencia aquí tiene que ver con una sensibilidad por las personas migrantes que ha ocupado, no solamente parte de nuestros itinerarios profesionales, sino, también, de nuestras historias personales, y que ahora nos permite comprender mejor desde el origen. Sin embargo, resulta revelador responder a la pregunta de para qué estamos aquí… y sentimos que, ante eso, nuestra incorporación al proyecto nos permite dar respuesta a una vocación que nos llama a servir en las periferias de nuestro mundo, a acercarnos a una realidad que nos conmueve, nos interpela y nos lleva a poner nuestros dones a disposición de este ilusionante y transformador desafío".
Sanja y Mateo agradecen la generosidad, visión y compromiso de Manos Unidas y el Secretariado de Misiones Jesuitas en forma de contribución a la sostenibilidad económica.