El Simposio Internacional que se está celebrando en el Centro de Espiritualidad Cueva San Ignacio de Manresa llega este viernes a su recta final. En la jornada de ayer jueves, el foco central se puso en los Ejercicios Espirituales ante otras cosmovisiones y espiritualidades, tomando conciencia de cómo la diversidad requiere una adaptación en la forma de dar los Ejercicions, y por tanto, es necesario discenir posibilidades y límites.
El día comenzó con la ponencia de Xavier Melloni, jesuita especializado en espiritualidad ignaciana, diálogo interreligioso y mística comparada. Melloni hablaba de la mistatogía de los Ejercicios, cuyo núcleo sería el proceso que desvela el misterio de Dios, de cada persona y del mundo, a través de la contemplación e interiorización de Cristo. Por eso, decía, no son sólo una mistagogía sino una cristagogía. Entonces, planteaba el ponente, en qué medida se pueden realizar a través de referentes distintos a los bíblico-evangélicos y de qué modo, en las diferencias cosmovisionales teológicas y antropológicas, es posible alcanzar lo que proponen los Ejercicios.
Las tres comunicaciones que se presentaron a continuación ofrecieron tres perspectivas y experiencias diversas. Desde África, Malulu Lock, jesuita y director del Centro Espiritual Manresa en Congo habló de los Ejercicios en clave africana, de los caminos iniciáticos y de la importancia del grupo. Karin Seethaler, pedagoga, explicó su experiencia desde el método de contemplación de Franz Jalics, y cómo la percepción y la conciencia corporal se convierten en camino y herramienta para los Ejercicios. Por su parte, el jesuita Victoriano Castillo, coordinador del sector indígena de la Provincia jesuita de Centroamérica, desde la cultura maya, habló de cómo aprendió a pasar del diálogo a una escucha amorosa, dejándose interpelar por las formas de esta cultura.
El trabajo y el diálogo de los participantes durante la jornada permitió reflexionar sobre hasta qué punto se puede prescindir o no de algunas formas más tradicionales, y cómo acoger experiencias que permitan enriquecer y adaptar la propuesta de los Ejercicios, insistiendo de nuevo en la importancia del acompañamiento.
Una jornada de trabajo intenso para los asistentes al Simposio que, en cambio, el día anterior habían tenido una actividad muy diferente, saliendo al exterior del centro de espiritualidad y tomando contacto con los lugares ignacianos de Manresa y Montserrat: el Santuario, la Capilla del Rapto o la Seu acogieron el grupo a lo largo de la mañana, mientras que por la tarde, en Montserrat, acogidos por el párroco del Santuario, el P. Joan M. Mayol, pudieron conectar con el paisaje que encontró Ignacio de Loyola hace 500 años y compartieron la celebración de una Eucaristía muy especial, preparada recreando un recorrido por las islas de la micronesia.