La educación es la herramienta para lograr la igualdad entre géneros y el empoderamiento de las mujeres

Hoy, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la ONG jesuita Entreculturas nos recuerda que la discriminación por género nos sitúa directamente en el corazón de los derechos humanos y de la justicia, y encuentra en la educación una herramienta privilegiada de perpetuación o de transformación.

Como ejemplo, el testimonio de Judith, chadiana y la única mujer de su pueblo en terminar el ciclo de primaria y secundaria. Ahora es lideresa en su comunidad e imparte talleres a mujeres y niñas. Entiende que solamente a través de la educación será posible erradicar la pobreza, la discriminación y la desigualdad de las mujeres y las niñas.

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Con la educación siempre transmitimos, intencionadamente o no, valores relacionados con la identidad de género y las relaciones entre hombres y mujeres. Es muy importante identificar estas desigualdades y discriminaciones fundamentadas en el sexo y apostar por su eliminación en el contexto educativo buscando el desarrollo integral de cada niño y niña, fomentando al máximo sus capacidades. Los talleres que imparte Judith son muy especiales para las mujeres de su comunidad. Intercambian experiencias, idean estrategias conjuntas para provocar cambios en sus poblaciones y reciben formación sobre temas que les preocupan pero que en su día a día no pueden abordar por tradiciones culturales fuertemente arraigadas, como el matrimonio precoz o la mutilación genital femenina. Una práctica que afecta al 90% de las mujeres en la región.

Esta formación y educación conlleva el empoderamiento de las mujeres y esto constituye una estrategia fundamental para el desarrollo humano sostenible, refiriéndonos al aumento de la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y acceso al poder, así como la toma de conciencia del poder que individual y colectivamente poseen y que tiene que ver con la recuperación de la propia dignidad y el fortalecimiento de sus propias potencialidades y capacidades.

Liderazgo y participación de las mujeres

La realidad de las mujeres en el Chad es discriminatoria, sin embargo, es un reflejo, no tan distorsionado, de lo que también ocurre en Madrid o en Buenos Aires o en Dubai. Según los Informes de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, no hay ningún país del mundo en el que las mujeres dispongan de las mismas oportunidades que los hombres. En el mundo, 65 millones de niñas están privadas del derecho a la educación. Además, según Unesco, casi 16 millones de niñas de entre seis y 11 años nunca irán a la escuela primaria, en comparación con ocho millones de niños.

En lo que se refiere a condiciones laborales, tres de cada cuatro hombres en edad de trabajar forman parte de la población activa, frente al 50% en el caso de las mujeres en edad de trabajar. Las mujeres siguen recibiendo en todo el mundo un salario diferente por un trabajo de igual valor. Mundialmente, los salarios de las mujeres son 24% inferiores a los de los hombres. Si hablamos de liderazgo y de participación de las mujeres en la vida pública y política de sus países, hoy las mujeres constituyen el 22% de los miembros de los parlamentos de todo el mundo y solamente hay 11 mujeres Jefas de Estado y 10 Jefas de Gobierno.

Promover el liderazgo y la participación política y pública de las mujeres supone una estrategia indispensable para el desarrollo humano. Como bien sabe Judith, sin la participación de las mujeres de su región no será posible mejorar las condiciones de vida de su población. Judith no debe asumir esta tarea sola. La comunidad internacional debe estar comprometida con estos objetivos y la humanidad debe asumirlos también como un reto compartido.

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