Las concertinas provistas de cuchillas amenazan la vida humana. Como método de contención del paso a través de la frontera, son sencillamente inaceptables: atentan con los derechos humanos más elementales.
El Servicio Jesuita a Migrantes defiende que se utilicen estándares democráticos en los controles de frontera. Lo hizo en 2009 con ocasión de las elecciones al parlamento europeo[1]. El espacio fronterizo no puede ser una negación del espacio de libertad, justicia y seguridad que proclama ser la Unión Europea. El SJM-España, junto con el JRS-Europa, quiere acercar a la sociedad la experiencia de las personas contra las que se levantan y arman las verjas[2]: sin hacernos cargo de lo que viven y sufren a lo largo del recorrido migratorio, de las amenazas y violaciones de sus derechos humanos, solo los vemos como una amenaza para la “fortaleza Europa”.
El SJM-España pide al Ministerio del Interior su retirada, uniéndose a tantas voces de la sociedad civil, como ha hecho también la Conferencia Episcopal Española.
Igualmente, insta a la sociedad a incorporar el valor de la hospitalidad y rechazar la concepción del inmigrante como un peligro, tal y como señalaba recientemente el portavoz de la Conferencia Episcopal. Ello implica, siquiera sea en su mínima expresión, no poner en riesgo directo la vida de quienes intentan entrar en territorio español, por más que sea fuera de los pasos fronterizos habilitados y al margen del procedimiento administrativo establecido.[3]
[1] Ver: SJM-España (2009) Control democrático para la gestión de la Frontera Sur. Accesible online en: http://www.sjme.org/sjme/item/685-control-democratico-para-la-gestion-de-la-frontera-sur
[2] Ver: JRS-Europe (2012) y SJM-España (2013) Vidas en tránsito. Experiencias de migrantes que viven en Marruecos y Argelia. Accesible online en: http://www.sjme.org/sjme/item/753-vidas-en-transito
[3] Ver: GIAN-Migration (2012) Por una cultura de la hospitalidad y la inclusión. Accesible online en: http://www.sjme.org/sjme/item/751-por-una-cultura-de-la-hospitalidad-y-la-inclusion